sábado, 31 de enero de 2009
LA REINA DE LAS FLORES: LA ROSA
Se dice que los orígenes de las rosas cultivadas se remontan a la jardinería en la antigua China Imperial. En la mitología hindú se la relacionaba con la diosa del amor y la belleza, así como en la Grecia clásica. También fue muy venerada en el Egipto faraónico. Existe la creencia de que Cleopatra hacía rellenar sus almohadas con pétalos de esta flor.
La rosa ha conquistado una popularidad que difícilmente puede disputarle cualquier otra flor. De hecho, está considerada como ‘la reina de las flores’. Además de su aroma, suave y exquisito, las rosas tienen el atractivo de sus hermosas flores, y una apariencia elegante que la hace ser la planta más cultivada en parques y jardines de todo el mundo.
Condiciones moderadas
Las especies de flores grandes son ideales para ser cultivadas en el jardín, y las pequeñas en balcones y terrazas. En compensación, éstas últimas florecen ininterrumpidamente de mayo a noviembre.
• En la práctica no existen situaciones ambientales, excluida la sombra total, que impidan el cultivo de la rosa.
• Basta con que el rosal reciba de tres a cuatro horas de sol por la mañana para que florezca regularmente.
• Prefiere los términos medios, ni excesivo riego ni demasiada sequía. Si se cultiva en maceta, conviene regarlo cada 3 ó 4 días, y en el caso de que esté en el jardín, una vez a la semana.
Ejemplo de adaptación
Los rosales se desarrollan mejor en zonas templadas y crecen con más facilidad en condiciones de inviernos fríos y helados, primaveras suaves, y días con mucho sol en verano. Los situaremos en un lugar con abundancia de luz, calor y humedad.
• La planta no debe ponerse a favor del viento, ni tampoco a pleno sol.
• Sin embargo, la versatilidad de la rosa hace que pueda adaptarse a condiciones adversas de temperaturas y cantidades variables de sol y de lluvia.
• Existen pocos lugares en el mundo donde no pueden ser cultivadas, tales como sitios de permanente sequía o fríos intensos y prolongados.
Muy importante: la poda
La razón primordial por la cual se podan periódicamente las plantas de rosas es para evitar ramificaciones inútiles que sustraen la savia de la misma e impiden que se desarrollen de forma correcta y que nazcan flores de calidad.
• Una planta con muchas ramas da flores en abundancia, pero de una apariencia mediocre, ya que malgasta la savia en alimentar ramas innecesarias.
• Se recomienda que, después de una poda, se fertilice.
• Existen dos tipos de podas: la de formación, que se realiza en el primer año y consiste en el desarrollo adecuado de la planta; y la fitosanitaria, que se lleva a cabo a partir del primer año y que supone eliminar todas aquellas ramas enfermas, quebradas o con plagas.
Muchos tipos a elegir
Existen numerosos tipos de rosales. Podemos cultivarlas para la mera ornamentación así como darles un fin más funcional.
• Para ello, existen rosales trepadores muy útiles para cubrir paredes o vallas no muy agraciadas.
• También tapizantes, que frenan el crecimiento de las malas hierbas al no dejar pasar los rayos de sol.
• Existen rosas con olor, muy intenso y penetrante así como muy agradable.
El rosal es la planta ornamental por excelencia. No hay jardín público o privado que carezca de ella. Además, ofrece múltiples posibilidades de color, con infinidad de matices, así como de olor. Su mantenimiento es sencillo y su resistencia grande, que junto con su extrema belleza la hace muy apreciada entre los amantes del jardín.
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viernes, 30 de enero de 2009
LAS PLANTAS IDÓNEAS PARA EL CUARTO DE BAÑO
La mayoría de los cuartos de baño proporcionan unas condiciones ambientales ideales para muchas de las especies de interior más comunes, e incluso para algunas de las más delicadas.
El cuarto de baño suele ser la estancia de la casa más cálida y húmeda. Además, si al baño entra abundante luz natural, prácticamente recrea las condiciones de un invernadero. Si no es así, la potente iluminación que suele tener, sumado a los espejos y, en general, los tonos claros de la decoración, suplirá la falta de luz.
Opciones para el baño
- Costilla de Adán. Esta planta posee unas hojas de color verde intenso y sin manchas. Si vas a adquirir una, fíjate que tenga alguna hoja nueva, de no ser así tardará mucho en crecer: estas hojas se distinguen por su color verde pálido, por no tener agujeros y por su tamaño, mucho más pequeñas que las hojas maduras.
- Fitonia. Es una pequeña planta herbácea con el tallo casi siempre rastrero, pero algunas veces también erecto, con hojas persistentes, anchas y de forma aovada, con nerviación reticular muy aparente, de varios colores. Sus flores son muy pequeñas y están reunidas en espiga.
- Pílea. Se trata de una planta compacta con hojas ovaladas de color verde oscuro y con pinceladas plateadas entre los nervios. Produce florecillas blancas insignificantes en las axilas de las hojas en la primavera y el verano.
- Polipodio. Es una planta perenne con rizoma escamoso. Sus hojas poseen un contorno oval, y suelen poseer un color verde amarillento.
Recomendaciones
Es recomendable colocar plantas con flor de temporada como la gloxinia, la saintpaulia, la begonia, o algunas perennes como la afelandra o el anturio, sobre todo en primavera o verano.
Hay que evitar poner plantas que necesiten una temperatura estable si el cuarto de baño se calienta cuando se usa, ya que la temperatura ambiental sufre grandes oscilaciones. Por esta razón es preferible seleccionar aquellas que toleren la humedad y los cambios constantes de temperatura e incluso las corrientes, puesto que después de su uso esta estancia se suele ventilar.
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jueves, 29 de enero de 2009
CUIDADOS PARA LOS ANTURIOS
Es una planta que se caracteriza por tener unas flores muy duraderas, formadas por una especie de espata y un espádice. La espata es una especie de hoja de un color muy vivo que crece en torno a una pequeña espiga, la flor propiamente dicha y que se denomina espádice.
Si se consigue mantenerla en temperaturas constantes entre los 21 y los 27ºC, podrás conservarla con flor durante todo el año. De no ser así tendrás flores durante ocho semanas en el verano.
Aunque es una planta de apariencia muy exótica, sus cuidados no son excesivamente complicados. Con unos pequeños consejos lograrás una bonita y florida planta.
Claves para mantener la flor
Una vez logrado que la planta haya florecido no será difícil conseguir que siga así durante todo el año.
- Asegúrate de mantener una humedad elevada. Es imprescindible durante todo el año. Es adecuado pulverizarla a diario a unos 15 cm. de las hojas, también puedes colocar la maceta en un plato con grava, con cuidado de que las raíces no entren en contacto directo con el agua.
- Mantén las hojas limpias. Te recomendamos limpiar con cuidado las hojas con un trapo humedecido, principalmente en agua de lluvia. Así conseguirás que no queden manchas blancas en las hojas.
- Entutora las flores. En ocasiones las flores resultan, al ser de gran tamaño, muy pesadas para los tallos, por lo que será necesario sujetarlas con unas finas varillas.
- Corta las flores. La espiga o espádice amarillenta, que se encuentra en el centro de la espata debes cortarla, lograrás que la espata dure más tiempo y luzca mucho más.
Algunos trucos
Por último te indicamos unos trucos para las diferentes estaciones y con los que lograrás mantenerla con flores.
En primavera y verano lleva la planta a un lugar muy luminoso pero sin sol. Riégala en abundancia, si es posible utilizando agua de lluvia. Una temperatura ideal son los 25ºC, intenta mantenerla constante.
En otoño e invierno traslada la planta a una habitación lo más cálida posible e intenta que la temperatura esté siempre por encima de los 17 ó 18ºC. No dejes que reciba corrientes de aire, perdería las flores rápidamente. Mantén ligeramente húmedo el compost.
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miércoles, 28 de enero de 2009
LAS ROSAS TAMBIÉN SE OXIDAN
Entre las enfermedades que pueden atacar a tus rosales existe la roya, un hongo que afecta a diversas especies. Se asemeja a un tipo de herrumbre (óxido de hierro) por sus pústulas de color anaranjado, como polvillo sobre las hojas de las rosas y en los tallos.
Se trata de un organismo que se beneficia especialmente de las altas temperaturas y la humedad constante. Te damos algunos trucos para cuidar tu rosal y deshacerte de esta molesta plaga.
Soluciones para combatir la roya
Primero aparecen pústulas de color anaranjado, que luego se convierten en manchas.
• La primavera y el otoño son las temporadas en las que suele aparecer este hongo.
• Las temperaturas ideales para que crezca este hongo están entre los 19 y los 25º C. La humedad sostenida durante 2 ó 3 horas también ayuda a la proliferación de esta enfermedad.
Toma nota de las siguientes recomendaciones que te ofrecen los expertos de la Universidad de Iowa:
• En cuanto veas una pústula anaranjada sobre las hojas o tallos de tu rosal, arráncalos de la planta.
• Si podas cuidadosamente las ramas muertas, podrás detener el avance de la roya, facilitarás el movimiento del aire entre las hojas y les quitarás el exceso de humedad que favorece al hongo.
• Cómo último recurso, rocía la planta con un funguicida de azufre o de triforine. Repite el tratamiento a intervalos de 7 a 14 días, mientras continúen las altas temperaturas y la humedad sea alta, favorable a este hongo.
• En el otoño, arranca todas las hojas infectadas y bárrelas del jardín.
• En invierno, aplica una dosis extra de azufre en aerosol, cuando tus rosales estén hibernando.
Medidas preventivas
• Antes de plantar un rosal, elige uno que sea resistente a la roya.
• Nunca rocíes con agua las hojas de tu rosal de noche, porque si se asienta una capa de humedad durante varias horas, es muy probable que se forme esta plaga.
• Planta rosas en áreas que reciban sol directo y permite que se aireen bien.
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martes, 27 de enero de 2009
CUIDADO BÁSICO DE LOS CACTUS
Las cactáceas componen la especie más conocida de las plantas suculentas, que se caracterizan por sobrevivir en condiciones de extrema sequía, gracias a su capacidad de acumular agua en sus tallos, hojas o raíces. Además, los cactus tienen como rasgo distintivo las púas que suelen recubrirlos. Aunque tienen su origen en América, se han extendido por todo el mundo, y cobran cada vez más importancia como planta de interior, tanto sin flores como con ellas, en los más variados tamaños, formas y colores.
Amantes de la luz y el calor, no requieren excesivas atenciones, aunque para mantenerlos en buenas condiciones durante mucho tiempo hemos de proporcionarles unos cuidados básicos y prestar atención a las enfermedades y plagas.
Aprende a cultivarlo
Los cactus se reproducen por semillas, que podemos adquirir o recoger nosotros mismos de los frutos; en este caso, tras la recolección, se extraen las semillas del interior y se conservan en papel poroso. Han de estar en perfecto estado, ya que, de lo contrario, el ejemplar no se desarrollará.
El sustrato debe estar bien drenado y ser permeable, para que no se acumule excesiva humedad, que perjudicaría al cactus y probablemente, lo mataría. La mezcla de diferentes tierras depende de la variedad que tratemos y de las condiciones climáticas. Una de las más habituales es unir una tercera parte de turba rubia, otra de arena gruesa y otra de carbón vegetal molido, que además será un elemento destacado en la prevención de los hongos. Por supuesto, es posible adquirir la tierra ya preparada.
La plantación la realizaremos en pequeños recipientes. En el fondo colocaremos gravilla, que permitirá un buen drenaje. A continuación dispondremos una capa del sustrato preparado. Se esparcen las semillas, con un poco de agua, y se cubren con arena gruesa. Para una buena germinación, es necesario proveer humedad; es adecuado cubrir el recipiente con un plástico transparente. Cuando haya brotado, lo trasladaremos a un recipiente mayor, con cuidado de no dañar las raíces.
Asimismo, los cactus también se reproducen por esquejes. Cortaremos una ramificación del ejemplar, dejaremos que cicatrice y los plantaremos en el sustrato.
Riego y abono
Es importante tener en cuenta que las cactáceas soportan mucho mejor la falta de agua que el exceso de ésta. Una humedad demasiado alta hará morir la planta rápidamente. En cambio, su carencia puede resolverse, ya que percibiremos los síntomas poco a poco: un terreno demasiado seco, o que el cactus adquiera un tono amarillento.
Además, es preferible aportar una buena cantidad de agua de vez en cuando que muy poco a diario. Regaremos sólo cuando el terreno se haya secado por completo. El agua lo echaremos en el sustrato, y evitaremos mojar el ejemplar. Es adecuado añadir abono para garantizar el buen desarrollo; variará en función de la especie.
Cuidado con su salud
Los cactus no están libres de padecer enfermedades y plagas. La mejor forma de combatirlas es la prevención. Para evitar los hongos, se fumigará un par de veces al año; si los hongos ya han actuado, debido a una humedad excesiva, lo percibiremos en su aspecto, ya que estará recubierto con una pelusa blanca. Para remediarlo, lo retiraremos de su ubicación actual y la colocaremos en un lugar aireado, además de añadir un producto específico.
Las cochinillas también perjudican a nuestra suculenta; lo sabremos cuando aparezcan bultos parduscos; un remedio casero es, tras rasparlos, aplicar una solución preparada con un litro de agua y jabón blando y alcohol de quemar diluidos. Los pulgones y la araña roja también son enemigos de los cactus. Para eliminarlos, utilizaremos jabón líquido con agua en el primer caso y un producto específico en el segundo.
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lunes, 26 de enero de 2009
NUTRIENTES PARA LAS PLANTAS DE INTERIOR
Las plantas necesitan ser alimentadas para subsistir, ya que las reservas naturales de la tierra se agotan. De esta forma el uso de abono, líquido o sólido, orgánico o inorgánico, es totalmente necesario.
Toda planta necesita tres elementos nutritivos importantes: nitrógeno, necesario para el crecimiento; fósforo, imprescindible para la formación de las hojas nuevas y los brotes de flores; y potasio, útil para dar robustez y resistencia. Además de estos tres elementos, un abono aporta los llamados oligoelementos (magnesio, azufre, hierro, boro, cobre...), indispensables para la vida de una planta.
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TEMPERATURA Y HUMEDAD DE LAS PLANTAS DE INTERIOR
Las plantas oriundas de regiones cálidas y húmedas deben ser vaporizadas para compensar la pérdida de agua provocada por la evaporación y la transpiración, y mantener, de esta forma, un ambiente propicio para su desarrollo. La falta de humedad se evidencia en una planta porque se pone amarilla y se le caen las hojas, al mismo tiempo que dejan de crecer y disminuye su tamaño.
Para resolver este problema, basta vaporizar a diario el follaje con agua pura, pero, como no siempre se puede llevar a cabo esta tarea (podríamos estropear cortinas y muebles), lo mejor es hundir las macetas en turba húmeda, ya que ésta mantiene la humedad atmosférica. Otro método consiste en cubrir un plato con un lecho de grava, llenarlo casi de agua y colocar la maceta sobre los guijarros. También, en algunas condiciones, la mera presencia de una fuente o un jarrón ornamental lleno de agua, basta para mantener un grado de humedad constante.
En cuanto a la temperatura, se puede decir que, en condiciones normales, una planta necesita para desarrollarse una media que varíe entre los 12 grados, en invierno, y los 24 grados, en verano, ya que no tolera bien las variaciones bruscas de temperatura, que detienen su crecimiento y provocan la caída prematura de las hojas.
La repisa de una chimenea, por ejemplo, puede ser un soporte muy decorativo para las plantas colgantes, pero es necesario cambiarlas de lugar antes de encender el fuego porque el calor las mataría. El alféizar de una ventana es otro lugar donde se registran altas temperaturas hasta el punto de resultar intolerables para las plantas; este lugar en invierno tampoco es adecuado por el frío y las corrientes de aire.
Además, hay que ser prudentes con algunas instalaciones, como las del aire acondicionado, perjudicial cuando la planta está cerca, y las de la calefacción (algunos sistemas mantienen con dificultad una temperatura constante sin secar el ambiente).
Un riego apropiado
Este aspecto dependerá de la naturaleza de la planta y de la evaporación que en la misma se origine. Así, las plantas de hojas amplias y tiernas tendrán mayores necesidad de agua, mientras que las de hojas estrechas y duras requerirán riegos menos frecuentes, incluso prácticamente nulos en las apocas frías, de reposo vegetativo. Por otra parte, la necesidad de riego será mayor cuanto más elevada sea la temperatura, pues en este caso la transpiración de la planta será también mayor y la pérdida de agua por las hojas resultará cuantiosa.
Por norma general, las plantas de interior presentan menor evaporación y, consecuentemente, necesitan menos agua, es decir, riegos más espaciados, salvo que las condiciones de calefacción provoquen una sequedad excesiva. En este supuesto, al igual que en verano, los riegos han de ser más frecuentes para mantener la planta fresca y ligeramente húmeda, sin llegar al encharcamiento. Las plantas que necesitan menos riego durante el reposo vegetativo son las de hoja caduca, los bulbos, los rizomas, los tubérculos, las plantas crasas y las de reposo absoluto.
Antes de regar es preciso examinar con cuidado la tierra en la superficie de la maceta para ver el grado de humedad que posee. Una maceta está bien regada y no necesita más agua cuando, tomando un poco de tierra con los dedos, está húmeda, pero apretándola no gotea.
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CUIDADO DE LAS PLANTAS DE INTERIOR
Actualmente, en muchos hogares existe una creciente afición por el cultivo de plantas de interior. En la gris monotonía de las grandes ciudades, estos organismos representan a la naturaleza y, precisamente por ello, porque se sitúan fuera de su entorno natural para adornar oficinas, casas, tiendas... no se debe olvidar que, como cualquier ser vivo, tienen sus necesidades naturales de luz, temperatura, agua y nutrientes.
En realidad, es muy difícil establecer qué plantas son de interior y cuáles no, ya que no existe ninguna clasificación científica a este respecto. Tampoco existen plantas cuyo medio óptimo sea el interior de una casa. Pero hay un gran número de ellas que se prestan para el cultivo en interiores. Algunas admiten las condiciones durante mucho tiempo, y otras tan sólo un par de semanas.
La luz necesaria
Es un componente indispensable para la vida de una planta por lo que, en el momento de elegir el lugar que ésta va a ocupar, será necesario optar por aquel en que exista una buena iluminación solar o bien alumbrarlas artificialmente. Sin embargo, cuando una planta está situada en un lugar demasiado luminoso, algunas hojas quedan amarillentas y caen. El exceso de luz provoca quemaduras y necrosis que afectan al crecimiento de la planta. Por el contrario, si una planta dispone de escasa luz se marchita.
Es bueno dar la vuelta regularmente a la planta para que reciba la misma luz en todas sus partes, porque si no existe el riesgo de que la planta se tuerza buscando la luz necesaria para su existencia. En invierno, cuando el sol no es tan fuerte, se pueden colocar las plantas más cerca de la ventana y retirarlas un poco en verano. Un consejo muy útil es no poner nunca una planta que ha estado en sombra o a media sombra al sol directamente, ya que se podrían quemar las hojas.
Una planta necesita diariamente entre 12 y 16 horas de luz. Cuando no les llega en cantidad suficiente, la solución es la luz artificial. Existen lámparas incandescentes que imitan la luz natural y que son muy prácticas en estos casos.
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